viernes, 25 de septiembre de 2015

Mi vida como un hombre gay con discapacidad

Fuente: vice.com

Este artículo fue publicado originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres

Tengo 23 años y un chico con el que estoy saliendo está intentando meter su pene dentro de mi culo respetuosamente. Son las 15:00 y estoy bajo el cálido sol del verano; es bastante agradable. El chico que quiere follarme también es agradable (y sexy), pero no tiene ninguna posibilidad.

Su pene está cada vez más cerca de la entrada. Pienso: ¿De verdad estoy haciendo esto? ¡Ha pasado mucho tiempo!

Entonces, justo cuando siento luna ligera presión, decido abortar el asunto.

El chico lo entiende, o al menos finge hacerlo, y durante unos meses más los dos seguimos saliendo torpemente. No vuelve a intentar follar conmigo y yo me siento aliviado.

***
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Eso fue hace seis años. De los 18 a los 28 años nunca me acosté con nadie. En resumen, pasé diez años sin tener sexo anal, (el mismo tiempo que duró la serie Friends). A veces miro fotos mías a los 22, 23 o 24 y me cabreo con mi yo más joven. ¡Eras delgado y tenías el mundo a tus pies! Deberías haber echado todos los polvos del mundo. ¡Tenías músculos y ni siquiera hacías ejercicio para que te crecieran! Desperdicié mis 20 sintiéndome inútil y triste, y pensando que no merecía que me follaran. Tengo parálisis cerebral —un grupo de trastornos que afectan a la capacidad de moverse y mantener el equilibrio y la postura— y también soy muy gay. Esta combinación puede ser una sentencia de muerte para tu vida amorosa.

Creo que en parte la culpa de mi actitud derrotista la tiene Queer As Folk (una serie de televisión sobre cinco hombres gais). Cuando me topé con el DVD un día en Blockbuster, vi la primera temporada completa más rápido de lo que Brian Kinney se la mamó a todos los clientes del bar Babylon. Tenía 12 años, estaba en la cúspide de la pubertad y los calentones, y ver sexo gay fuera de un contexto porno fue revelador y emocionante; pero, como lo descubrí más tarde, también me jodió. Queer As Folk presentaba un mundo superficial, en el que sociópatas guapos con buenos culos echaban polvos alucinantes las 24 horas del día y los siete días de la semana, y había gais adorables e inteligentes por todas partes. El mensaje de la serie sobre la importancia de la perfección física fue contundente y claro para mí. Después de ver la enésima toma de unos abdominales perfectamente marcados, miraba hacia abajo a mi propio cuerpo, que no estaba marcado y además estaba cubierto de cicatrices de varias operaciones, y pensaba: Bueno, ¡estoy jodido!

Me gustaría poder decir que Queer as Folk mentía. Me gustaría poder decir que el mundo gay es amable e incluyente —nada parecido a esos monstruos de la serie—, pero, en gran medida, no lo es. Pronto me di cuenta de que en el mundo real los hombres gais actuaban de una manera elitista y prejuiciosa. Tener un buen cuerpo lo era todo. Pasé mis veinte en tres grandes ciudades llenas de gente atractiva, lo cual no me ayudó mucho a tener más probabilidades. Tal vez en Kentucky podría haber tenido alguna oportunidad, pero en un lugar como Nueva York, una ciudad que atrae a la gente más atractiva de Estados Unidos, yo era como un Grendel gay.

Tuve muchos amores no correspondidos. Sufrí muchos rechazos. Recuerdo un episodio que tuve que vivir a los 19 años. Estaba esperando en la cola de un bar gay con un amigo muy atractivo. Un tipo se acercó a nosotros, miró a mi amigo y dijo: «Joder, estás muy bueno». Luego se volvió hacia mí, arrugó la nariz y concluyó: «Y tú te pareces a Harry Potter».

Su rechazo me dolió, pero estaba acostumbrado a que los hombres se burlaran de mí. Unos meses antes había intentado acercarme a un chico que dijo que no podía besarme porque tenía la enfermedad de Lyme. Cuando tenía 24 años, mi mejor amiga y yo salimos con un tipo que me gustaba. Después de despedirnos, le envié un mensaje que decía: «¡Creo que me gustas!». Su respuesta fue: «Creo que me gusta tu mejor amiga, Caitie. ¡Es lo más!». Dos años después, traté de besar a un chico sueco muy guapo y él literalmente se tapó la boca con la mano.

Por supuesto, no siempre fracasaba. También disfruté de mi ración de sexo en plenas borracheras y salí con un par de tipos por aquí y por allá, pero siempre paraba las cosas antes de que se pusieran demasiado serias. Me quedé célibe en parte porque nadie increíble quería follarme, pero también porque tenía graves problemas de intimidad. Era un círculo vicioso. Ansiaba el afecto físico, pero en el momento en que un chico me tocaba, me asustaba y sentía que no lo merecía. El chico discapacitado gay NO puede disfrutar del sexo, pensaba. El chico discapacitado gay NO puede tener una relación.

¿Quién me podría culpar por sentirme de esta manera? Al crecer, las representaciones de los gais a mi alrededor me decían que yo era el peor candidato para la homosexualidad. No conocía a ningún gay con discapacidad. Nunca vi a homosexuales físicamente imperfectos en televisión. No había realmente ninguna representación de la discapacidad, además del niño de Breaking Bad. Cuando no ves ninguna versión de ti mismo, te enseñan a creer que no importas. Básicamente, estás «mal hecho».

Tardé mucho tiempo tener la autoestima suficiente para ir detrás los chicos que deseaba. Básicamente tuve que decirme a mí mismo: «ERES DIGNO DE QUE TE LA METAN» una y otra vez hasta que me lo creí. Una vez lo hice, conseguí un novio y las cosas mejoraron, pero de ninguna manera estoy «curado». El año pasado perdí 13 kilos y me obsesioné con hacer ejercicio. En el fondo, creo que quiero convertirme en un gay atractivo de Instagram y que los tíos me tengan en el punto de mira. Por supuesto, tengo una pareja estupenda y por fin practico el sexo con regularidad, pero aun así quiero publicar un selfie sin camisa para que un desconocido cualquiera me diga que se quiere correr en mi cara.

Podría lograr tener el mejor cuerpo del mundo y pese a ello no estaría a la altura. Puedo llegar a tener el mejor abdomen privándome de margaritas, puedo llegar a tener el culo perfecto haciendo sentadillas, pero mi cojera está aquí para quedarse y mis cicatrices no se van a ir a ningún lado. He avanzado mucho en cuanto a aceptar mi discapacidad: hace un año ni siquiera habría podido mencionar la parálisis cerebral en voz alta. Sin embargo, una parte de mí todavía quiere acabar con ella, arrancarla a base de sesiones de cardio. Pero cuanto más hablo de mi discapacidad, menos estigmatizado me siento, y ahí es cuando el cambio real puede suceder. Si le prestamos atención a los hombres gais con discapacidad, podemos eliminar el estigma y estos podrán dejar de sentirse avergonzados.

Pienso que los gais siempre serán superficiales y siempre querrán follar con alguien con cuerpo de gimnasio, pero si nos esforzamos en mostrar otros retratos del mundo gay, en el que tengan cabido tíos de aspecto normal, seré feliz. Porque no quiero volver a encender el televisor y ver otra vez a alguien como Jonathan Groff fingiendo sentirse avergonzado por quitarse la camisa. Esa mierda no está bien.

viernes, 28 de junio de 2013

José Manuel tiene síndrome de Down, es homosexual… y ha dado la vuelta a la historia

andalucesdiario.es   Fali Durán / Huelva/ 28 jun 2013

José Manuel
, voluntario de la Fundación Triángulo Andalucía, es el protagonista de un vídeo contra la homofobia y por la Educación igualitaria, por unas aulas libres de homofobia, lema de la edición de 2013 del Día Internacional del Orgullo LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales)



“Hay alguna gente que me insulta por la calle, sobre todo chicos jóvenes. Me llaman maricón o gay, otros me dicen guapo y otros me dicen palabras hirientes que es mejor no recordar porque me hacen mucho daño. Eso es homofobia”. Así comienza el alegato de José Manuel, un joven de 24 años de Aracena, un pueblo de 8.000 habitantes en el corazón de la sierra onubense, un pueblo donde no tiene amigos. Es gay. Es síndrome de Down. Sin embargo, su doble condición de minoría no le mantiene escondido en casa, todo lo contrario. Su participación activa en el vídeo de este año de la Fundación Triángulo y su presencia en la manifestación por las calles de Huelva demuestran su valentía. “El mensaje que quiero transmitir es que necesitamos voluntarios que salgan a la calle porque tenemos poca visibilidad”, dice José Manuel.

seguir leyendo... Él no vive en ningún armario, ni en el de la discapacidad ni en el de la homosexualidad. “Es una persona muy activa”, reconoce Andrés Vega, responsable del Área de Juventud de la Fundación Triángulo. “Y además es más capaz que yo para muchas cosas, por ejemplo, para clasificar material. Lo hace en la mitad de tiempo”. Y como dice Vega, la “discapacidad es relativa”. “Soy voluntario, porque no sólo estoy yo. Hay muchas víctimas de la homofobia en los institutos, en los colegios. Los maestros deben recordar que tenemos derechos”, así de claro defiende a sus amigos, la gente en la que se refugia cuando se siente mal, otros voluntarios de la Fundación Triángulo o de Colega, “aunque en Colega ya no, porque la falta de recursos económicos no nos deja hacer más cosas”.

La militancia activa de José Manuel comenzó en casa. “Mi madre lo aceptó de momento”. Su madre, como la de muchos homosexuales es su madre y su confidente. “Todo se lo digo a mi madre, más que a mi padre”, confiesa mientras se le escapa unas risas. “Está orgullosa de que haya sido capaz de plantarle cara a quienes me insultan, y más en mi pueblo”. José Manuel reúne todas las condiciones para ser discriminado: discapacidad, homosexualidad y vivir en un pueblo de interior. Y sin embargo, ha conseguido darle la vuelta a la historia.

PROTAGONITAS Y GUIONISTA DEL VÍDEO


Una prueba clara de la soltura de José Manuel es que no sólo es el protagonista del vídeo que sirve para combatir la homofobia, es además su guionista. “Le propusimos hacer el vídeo y aceptó rápidamente. Así que vino con unas ideas escritas y las leyó delante de la cámara”, explica Andrés Vega. Son cuatro minutos de sus experiencias de vida, de las cosas que ve y vive en un viaje cualquiera a Huelva. “Me gustó mucho la idea. He vivido muchas situaciones de homofobia, no sólo en mi persona, sino junto a otras personas”, dice José Manuel mientras nos atiende pacientemente en una entrevista rápida, porque no tiene tiempo hasta el fin de semana.

El vídeo de José Manuel y la Fundación Triángulo forma parte de las acciones para conmemorar el Día Internacional del Orgullo LGTB (28 de junio), mucho más allá de la cabalgata de color y la izada de banderas multicolor en edificios oficiales. Acto que por primera vez en Huelva, cambiará este viernes el balcón de la Diputación Provincial por el del Ayuntamiento de la capital, gracias a una iniciativa de Izquierda Unida (IU).

Una vez despejado el temor a la suspensión de la ley del matrimonio y adopción entre personas del mismo sexo, la lucha se aleja un poco de los despachos políticos y regresa a la calle. “Hemos hecho un gran estudio a nivel andaluz sobre la homosexualidad en las aulas. Y hemos entrevistado a más de 800 chavales en Huelva”, comenta el responsable del Área de Juventud de Triángulo. El dato más importante extraído es que “casi el 80% de los alumnos de Huelva no tendría problemas en tener un compañero homosexual. El porcentaje baja un poco cuando se trata de que fuera su compañero de pupitre, pero aún así es un dato muy positivo, teniendo en cuenta que no sólo hemos entrevistado a jóvenes de la capital, sino también de pueblos muy pequeños”.


HOMOSEXUALIDAD EN EL ÁMBITO RURAL

Y es en los pueblos pequeños donde la homofobia persiste
. “En mi pueblo no tengo amigos, porque soy gay. Mis amigos están en las asociaciones de Huelva en las que soy voluntario”, confiesa José Manuel.

En el otro lado de la balanza, en el negativo, está ese “1,8% de alumnos que han sido agredidos por razones de orientación sexual o afectiva”, destacan desde Triángulo. “Si lo extrapolamos a la sociedad, en la que según algunos estudios los LGTB somos el 10% de la población, estaríamos hablando de un 18% de personas que han podido sufrir algún tipo de agresión. Ese es un dato muy preocupante”, añade Vega.

Minimizar ese dato, el de la homofobia, es uno de los retos que se marca Triángulo, junto a la aprobación en el Parlamento Andaluz de la Ley Integral de Transexualidad. “Tenemos la ventaja de que en Andalucía contamos con el respaldo histórico de PSOE e IU, muy receptivos a estas sensibilidades. Tenemos la obligación y la responsabilidad de que esta ley salga adelante en Andalucía y seamos un referente para el resto de España. Si no lo conseguimos aquí…”, defiende Andrés Vega.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Pareja de lesbianas sordas consiguen ser madres a través de inseminación artificial


Isabel Gambín Blanco coordinadora del grupo de Personas Sordas de la Asociación de Gays, Lesbianas, transexuales y bisexuales Activistas de Cartagena Y Comarca, “Colectivo Galactyco” (LGTB) y responsable de la comisión de LGTB en la Federación de Personas Sordas de la Región de Murcia, me complace ofrecer esta noticia como muestra de que las Personas Sordas tenemos los mismos derechos que el resto de ciudadanas y ciudadanos que luchamos por nuestra igualdad dentro de la sociedad.

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El pasado del 29 de agosto, Pili y María José, dos personas sordas y lesbianas, vecinas de La Alcoraya (Alicante) han conseguido ser madres mediante inseminación artificial de una preciosa niña a la que han llamado Paola. Las dos están felices de su reciente maternidad y contentas de demostrar que las personas sordas están presentes en todos los ámbitos de nuestra sociedad. A la discriminación que sufrimos las mujeres lesbianas tenemos que sumarle el hecho de ser sordas y las barreras que aún existen en nuestra sociedad para poder integrarnos plenamente. Desde 'Colectivo GALACTYCO' animamos a todas las personas LGTB sordas a mostrarse tal y como son y a no tener miedos a la hora de afrontar cualquier acción como ciudadanas y ciudadanos."

lunes, 28 de noviembre de 2011

DISCAPACIDAD Y HOMOSEXUALIDAD (doble discriminación)

discapacidadeuts.wordpress.com

Las personas con discapacidad desde hace años han sido aislados y discriminados en diversos ámbitos de actuación como son la vivienda, la educación, formación, trabajo, ocio, transporte, etc. y si a esto le sumamos ser homosexual, las barreras se hacen más difícil de superar.

Es curioso que en muchas ocasiones las personas discapacitadas homosexuales se ven discriminadas dentro de los propios colectivos de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTB), un colectivo que ha luchado contra la discriminación llega a su vez a discriminar. Esto puede ser causa de la poca información que se tiene sobre la discapacidad o incluso a los prejuicios que la misma educación o sociedad nos ha transmitido: las personas discapacitadas y homosexuales son diferentes, la heterosexualidad es la norma de obligado cumplimiento, legitima y “natural” para todos, pensar que ser homosexual y discapacitado es algo imposible, debido a que se les considera asexuales, etc. para la sociedad es una gran tragedia.

Otro aspecto importante es la revelación al público de su condición homosexual, especialmente a la familia, es un momento duro y complicado, ya que temen perder el apoyo y el afecto de sus cuidadores y de sus padres, se sienten culpables de su condición, lo que dificulta su buena autoestima y su aceptación tanto en el mundo social como en el mundo interior de la persona. Para estas personas es muy complicado encontrar grupos de apoyo, ya que ellos mismos piensan que son seres carentes de deseos sexuales y con menos necesidad de recibir educación sexual, esto ocasiona menor conciencia del VIH, servicios de salud inaccesibles, profesionales no conscientes ni interesados en sus necesidades o padres desinteresados de las necesidades de sus hijos.

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También comentar que la subcultura gay se define sobre una sexualidad que rinde culto a la belleza llevandolo al extremo, quienes no se corresponden con esos ideales de la belleza, pueden tener dificultades a la hora de ser aceptados, esto afecta especialmente a las personas que sufren discapacidad física. Este rechazo y desaprobación en este aspecto, como en otros muchos, conlleva a la persona problemas como depresión, adicciones, culpabilidad, miedos, pensamientos suicidas, soledad, aislamiento emocional, rechazo familiar, etc. “Lamentablemente, así es que una minoria es excluida por otra minoria”.

Por último concluir diciendo que debemos acabar con esta invisibilidad que envuelve a las personas discapacitadas homosexuales, que todos tenemos derecho a la sexualidad, a la intimidad y a la satisfacción de las necesidades fisiológicas, incluyendo a las personas con discapacidad, estas personas tienen una sexualidad tan válida como la de los demás.

“La homosexualidad en el mundo de la discapacidad está aun en el armario”

FUENTES:

http://www.discapacitados-gay.org/
http://www.amicsgais.org/forums/showthread.php?t=548
http://ecoleganes.org/spip.php?article1644
http://www.redescristianas.net/2007/06/17/homosexualidad-y-discapacidad-una-doble-discriminacion-casi-invisible-javier-montilla/
http://www.enkidumagazine.com/eventos/texts/abstracts/A_067_TT.htm

Creado por Cristina Valdepeñas Jiménez

domingo, 19 de junio de 2011

Dia del Padre: Las curiosidades de la homoparentalidad

Fuente: sentidog.com
19 de Junio de 2011

"...Sobre el fallo de la corte que le permite el adoptar infantes a personas discapacitadas (física parcial), que más se podría decir distinto a que resulta claro ahora que dentro de todas las exclusiones sociales pareciera haber, desde la mirada de la institucionalidad, exclusiones y discriminaciones hegemónicas, emergentes, marginales y abstractas, localizándose las discriminaciones por Diversidad Sexual y Géneros tal vez en algún punto entre las esferas de las emergentes y las marginales, mientras que la discapacidad física parcial se localiza en la esfera de las hegemónicas. Somos personas plenas en deberes fiscales y limitadas en derechos humanos..."

miércoles, 25 de mayo de 2011

Disabled, gay, and as normal as you

Published: Sunday, Jan 30, 2011, 1:10 IST

By Uttarika Kumaran Place: Mumbai Agency: dnaindia.com
On Saturday, at the Queer Azadi March in Mumbai, thousands from the Indian LGBT (lesbian, gay, bisexual and transgender) community poured onto the streets to show the city once again — lest it forgets — that they exist. But 37-year-old Dinesh Gupta opted out. “I doubt I’d have been able to walk that far or for that long,” he says.

Dinesh was born with a genetic disorder called osteogensis imperfecta, which causes bones to break easily, often with little or no apparent cause. His first fracture was when he was two-months old, and by the time he was 13 Dinesh had suffered 14 fractures on various bones below his waist. One of these fractures left him disabled. But once he reached puberty and his bones matured, the fractures stopped.

Only, something else happened. Dinesh began to feel a distinct attraction towards men and realised he was gay. “The same hormonal changes that halted the fractures also aided my sexual development. In a way, I’ve always felt I am alive because I’m gay.”

seguir leyendo... Shared historyHistorically, both the gay and the disability rights movements have stemmed from a common resistance to what is considered ‘normal’ in society. By challenging the acceptance of heterosexuality as the norm, people with alternate sexualities often claim to be ‘socially disabled’. Disability rights activists too have struggled to overturn barriers that give preference to a particular social construction of the body.

At times, the two movements have crossed paths. In 1983 in Minnesota, US, Karen Thompson began an eight-year-long battle to gain access to her live-in partner Sharon Kowalski who was disabled after a car accident and remanded to the guardianship of her parents who denied Thompson visitation rights. With support from the gay and disabled communities, Thompson finally acquired legal guardianship of her partner in 1991.

In India, the concerns of the gay and disabled movements have been independent of each other. Popular culture too has seen very few and narrowly explored meeting points. In 1964, the Hindi film Dosti, directed by Satyen Bose, portrayed the friendship between two boys rejected by society — one blind and the other a cripple, and has since been appropriated in queer readings of Hindi cinema as a metaphor for homosexual repression, but nothing more.

It was another Hindi film in 2008, Dostana that threw homosexuality into the limelight and convinced Dinesh to come out. The media lapped up his story, but neglected to ask a crucial question — does being disabled colour his experience as a gay man?

Bare truthsBeing practically bed-ridden while growing up, it took years before Dinesh could confront his sexuality. Studying at home, he completed his graduation and later underwent a surgery that greatly improved his mobility. It was at 26, when he started to venture outdoors on his own that he began to meet men and slowly gain confidence.

Despite the relative openness regarding alternative sexual behaviour in Indian society after the 2009 High Court ruling, there has been a stony silence about sexual practices among the physically disabled. In a society where beauty is held in utmost regard, the physically disabled are at an immediate disadvantage. Priti Prabhughate, research director, Humsafar Trust, says, “Even among able-bodied people in the gay community, self-esteem over body image seems to be an issue. For the disabled gay person, it can be doubly difficult.”

Dinesh says matter-of-factly, “I’ve never had a gay partner. Some are bisexual. Many claim to be straight and say they choose to be with me for a short while out of pity. Even if that’s true, I’m okay with it because I do have physical needs.” Dinesh maintains that he would prefer an able-bodied partner over a disabled one.

Invisible men“I would like to reach out and tell my story so that more people like me know they’re not alone. I applied to get on Sach Ka Samna but they didn’t select me. Then I wanted to be on Raaz Pichle Janam Ka. I’m still waiting to hear from them,” says Dinesh.

In March 2006, while still in the closet about his sexuality, Dinesh read about Manvendra Singh Gohil, the prince from Gujarat whose coming out made headlines across the world. In August the same year, Dinesh attended his first community programme at Humsafar Trust, a networking and advocacy group serving the needs of the MSM (males who have sex with males) and transgender communities in Mumbai. He says, “I felt immediately accepted. I heard their stories. I wasn’t aware there were so many like us out there.” Yet, five years on, Dinesh has yet to meet another gay man with a disability like his.

Unlike the emergence of gay icons and the concept of ‘gay pride’ that have given the queer movement media visibility, the disability rights movement has failed to generate the same curiosity.

“Forget media visibility, Mumbai is among the most disability-unfriendly cities,” says Rohini Ramkrishnan, researcher at the Disability Research and Design Foundation, “How often do you see a physically disabled person comfortably using the train or bus? Right now, it’s like they don’t exist. We just put them in rehab centres and pretend they’re not there.”

United, we stand
“Disability points to an obvious bodily impairment which influences every aspect of one’s interaction with society. The experience of homosexuality is not as disabling on an everyday basis,” explains Srilatha Juvva, associate professor, Centre for Disability Studies and Action, TISS.

Other disability experts feel that the immense cost of making structural adjustments — such as installing ramps in public places — has resulted in their rights being ignored, including rights pertaining to sexual health. “I feel that the government’s HIV efforts don’t consider how a physically disabled person has sex. How then will you tell him/her to be safe?” asks Prabhughate of the Hunsafar Trust.

One of the main reasons for the success of the queer movement has been the alliance of sexuality and gender-identity based communities under one umbrella-term called LGBT. A similar model in the disability rights field, especially in the wake of the framing of the UNCRPD & Disability Act 2010, seems the need of the hour.

In the meantime, ask Dinesh whether he identifies with his gay identity or his disabled one, he replies, “I’m proud to say I’m gay.” Some day, he might be proud to say he’s disabled too.

miércoles, 19 de enero de 2011

La sillafobia

Publicado por Javier Montilla el 19/08/2010
ellibrepensador.com

Cuenta la historia que cuando la diosa Hera vio a su hijo recién nacido, Hefesto, le pareció tan enclenque que lo arrojó desde la cima del Olimpo. De hecho, no quería que nadie supiera que había dado a luz a un dios tan blandengue. Hefesto sobrevivió a esta terrible caída, cayendo al mar siendo recogido y cuidado por las diosas Tetis y Eurinome. Agradecido, el muchacho construyó su primera fragua bajo el mar y empezó a fabricar joyas y herramientas para las amables diosas marinas. Hefesto, pasó a la historia por haber forjado para Aquiles la armadura y las armas con las que acabó con Héctor. Más tarde, bajo el nombre de Vulcano, en época romana, el herrero de los dioses vistió a Eneas para el combate. Es así, como llegó a ser pese su cojera, el forjador de armaduras para los dioses. Está claro, pues, que la discapacidad es un tema tan antiguo como la presencia del hombre en el mundo y cada civilización y cada cultura han encarado el tema con diferente perspectiva. Ni siquiera los dioses del Olimpo fueron ajenos. Por eso, Hefesto o Vulcano es considerado como el Dios de la discapacidad.

Pongo en la palestra un asunto que, sin duda, no deja de ser peliagudo pero que merece el foco de atención. El tema de la discapacidad es una cuestión que casi nunca nos planteamos pero que, para un porcentaje elevado de la población, es un tema vital de supervivencia y dignidad individual. Sin embargo, de forma cruel, la discapacidad, en su parcela de exclusión, ha sido considerada, en determinados círculos sociales, como una tara insalvable, como un error de la naturaleza. Al igual que los homosexuales, a los que se llegó a señalar de tarados, subnormales, anormales o lisiados, los discapacitados han sido perseguidos o diezmados por los nazis, o incluso encerrados en manicomios, en centros psiquiátricos, o en hospitales.

Pero cuando además de tener una discapacidad, se añade el hecho de ser homosexual, las barreras se hacen mucho más insondables. No desde el punto de vista legal, sino más bien desde un punto de vista afectivo y social. No en vano, si hablamos de autoestima, ¿no es el sexo un bastión importante para reivindicarnos como individuos con capacidad de dar y recibir placer?

seguir leyendo... Al respecto, siempre recuerdo lo que me dice un amigo mío, cuya discapacidad no le ha borrado la sonrisa perenne de su cara. El sexo está en el cerebro no en los genitales. Aunque parezca demasiado ambiguo lo que dice, no le falta la razón. La última vez que nos vimos fue en una Semana Santa sevillana. No nos importaba el mundanal ruido cofrade. Sin ambos pensarlo, echamos a correr saboreando la vida por las calles de la memoria, por los recónditos callejones del barrio de Santa Cruz, sobreponiéndonos a los obstáculos, al paso del incienso, el olor a azahar y a ese folclore cotidiano que deambulaba por las calles de la capital hispalense en esa semana extraña para aquellos que vivimos los sentimientos de puertas para adentro. Al principio, las barreras te hunden me decía Toni, que así es su nombre. Luego, cada día es una aventura. Una extraña carrera de obstáculos para evitar que la silla de ruedas sea un búnker que evite que la discapacidad sea un componente más de la vida no un condicionante. Sin embargo, cuando Toni intenta vivir su sexualidad se encuentra con unas barreras insalvables, de difícil entendimiento.

Resulta curioso que un colectivo que sistemáticamente ha sido discriminado, a su vez discrimine. Me temo que el colectivo gay no está por la labor. Pero, por desgracia, eso es lo que ejercen, al igual que la diosa Hera, arrojarles al ostracismo por no cumplir los criterios del buen homosexual, los cánones establecidos según la santa Biblia rosa. Está claro, por desgracia en un colectivo demasiado apegado al músculo la silla asusta. Eso por no hablar del sempiterno mito de que son seres asexuales. Tiene razón, Toni, el sexo no está en los genitales sino en la cabeza. Por fortuna, la sexualidad humana se manifiesta en todo el cuerpo, y no sólo en el estímulo de los genitales. El problema es que algunos, mientras se machacan su cuerpo para no que no les excluyan de su paraíso gay, desconocen tener una discapacidad congénita no diagnosticada, la sillafobia, que la ciencia médica debería empezar a estudiar para incluirla semánticamente en el nutrido grupo de palabras que utilizamos para definir al que discrimina al diferente. Me avergüenzan, por tanto, las memeces que decía el activista gay Larry Kramer, argumentando que los gays éramos seres más inteligentes y con más talento. Vanitas vanitatum et omnia vanitas.

Sólo espero que dentro de poco empecemos a mirar primero a la persona y dejemos para más tarde la silla. Confieso que es fruto de mi optimismo por naturaleza. Porque como Hefesto merece la pena vivir aunque sea con las limitaciones que todos tenemos.

martes, 16 de noviembre de 2010

"Diversidad, un motivo para celebrar el 28J"

Jesús González Amago / Madrid- 10/06/2010

Fuente: solidaridaddigital.discapnet.es

Hace 4 años, me sumergí en el interés por analizar, por estudiar, por sacar del armario la relación de la discapacidad y la sexualidad, concretamente en el de la doble discriminación de las personas gais o lesbianas con discapacidad. El resultado de esa especialización generó dos trabajos: producir el documental “El Sexo de los Ángeles”, que dirigió Frank Toro, y escribir un ensayo titulado “Re Inventarse, la doble exclusión”.

Desde entonces, cada vez que me invitan a hablar de homosexualidad y discapacidad, acudo para intentar abrir las mentes a tantas personas que, inmersos en su lucha y en sus quehaceres, también se olvidan de que es imposible relegar la cuestión afectivo-sexual a la hora de integrar, de incluir plenamente a las personas con discapacidad en nuestra sociedad. Y, como consecuencia de esas apariciones públicas, lo que más me halaga es sentir que muchos chicos y chicas gais o lesbianas que tienen una discapacidad y que, por la idiosincrasia de la misma, están sometidos a una dictadura (la del cuerpo, la de la familia, la de la sociedad, la de la discriminación…), comprobar cómo se liberan de esas cadenas y reconocer (en público o en privado a la salida de la charla), que ya era hora de que se abordara sin tapujos, sin miedo, con libertad y sinceridad ese tabú que es hablar de sexo entre iguales desde otro aspecto desconocido para la gran mayoría de la población como es la discapacidad.

Esta doble y triple exclusión (la que padecen las mujeres, lesbianas y discapacitadas) no sólo afecta a las relaciones sociales/sexuales sino que también infiere en el desarrollo profesional y laboral de tantas chicas y chicos que se enfrentan a las barreras de los que aún discriminan por vivir una sexualidad diferente de la heterosexual.

seguir leyendo... Numerosos ejemplos se citan en el ensayo, en los que la dificultad que diversos agentes empleadores plantean a la discapacidad se agravaba al despuntar maneras o marcados estereotipos identificativos con la homosexualidad de los jóvenes que se acercan a enfrentarse a una entrevista de trabajo. O lo que es más agravante, la posible persecución, acoso y derribo (el denominado bullying) a jóvenes que, pasado el filtro de la mirada homófoba, se sinceran con los compañeros o mandos superiores, y comienzan a emerger de su silencio para reconocer su homosexualidad, lo que implica una pérdida de confianza entre sus jefes, entre sus compañeros, entre iguales. No sin comenzar una persecución, una caza que pondera la sexualidad frente a la capacidad y la valía como trabajadores.

La dictadura heterocéntrica también se concentra en el mundo laboral y, en la mayoría de los casos conocidos o soslayados bajo el miedo a la verdad, sigue siendo un rasero discriminatorio para tanto jóvenes homosexuales y discapacitados que tan solo quieren realizarse en todos los ámbitos de su vida: el social, el laboral, el afectivo y el familiar.

Otra dictadura con la que se somete a lo diferente, y con marcada acentuación entre los chicos gais, es la esclavitud de lucir bien. En numerosas ocasiones, los gais “nos mostramos como queremos que nos vean”: divinos, jóvenes e inalcanzables. Y la verdad es que la imagen que estos chicos y estas chicas con discapacidad tienen del resto de la sociedad LGTB es que “nunca seremos como queremos que nos vean” y, por tanto, nunca nos aceptarán. Y así es pero… ¿deberá seguir siendo así? Tajantemente, no.

Si no queremos que nos excluyan, no debemos ser excluyentes. Si queremos que se acepten a las personas con sexualidad diferente de la norma heterosexual, tenemos que aceptar a las personas con discapacidad homosexuales; si exigimos igualdad de trato, pedimos igualdad de formas; si solicitamos que la diferencia crea una sociedad más plural, tenemos que asumir que la variedad es parte de esa diversidad que enriquece el momento que nos ha tocado vivir.

Una silla de ruedas, una ceguera, una persona sorda o una persona con esquizofrenia, por ejemplo, plantean miedos y barreras. Las mismas que han levantado la homofobia en el resto de la sociedad “normalizada”, por ejemplo, y que con trabajo, esfuerzo, lucha y hasta muertes, se están derribando a pasos agigantados. Pero si los miedos del colectivo LGTB erigen esas barreras entre los afines, tenemos que derribarlas a brazo armado, si es necesario, para quitar de nuestro colectivo tanta petulancia, superficialidad y falsas fachadas.

Llevamos varios años en los que el propio colectivo militante LGTB está luchando por derribar esos estereotipos, por intentar hacer luz de una realidad normalizadora que afronta retos nuevos al tener que demostrar a esta sociedad cristianizada, heterocentrista y homófoba, que podemos, que hemos deseado
–y ahora por fin nos han dejado- ser esposos/esposas, padres/madres, ser trabajadores con plenos derechos y oportunidades que el resto de la sociedad… ser, por fin, ciudadanos de primer orden. Mala cuestión es ahora que seamos nosotros mismos, los gais, los que discriminemos a los que sienten, aman y padecen como nosotros por el mismo hecho de ser diferentes, de tener una discapacidad.

Y es una revolución desde dentro, desde las personas gais, lesbianas, bisexuales y transexuales. La sociedad hetero, a pesar de los avances alcanzados, sigue demostrando –a veces- que no está preparada para asumir el signo de los tiempos y que está mediatizada por el yugo de una cultura represora y opresora con la mujer, con la comunidad LGTB, con la discapacidad… Si en lugar de sumar fuerzas, de afrontar ese lema de ‘UNO MÁS UNO IGUAL A UNO MÁS’, seguimos restando, continuamos erigiendo barreras, estaremos menguando esfuerzos y sinergias para conseguir una sociedad realmente justa y equiparable, al igual que accesible, para todos.

Si ser gai implica ser “divino”, no me interesa esa divinidad, prefiero conocer, vivir, relacionarme con estos chicos y chicas que, como ellos dicen, se mueven en el sexo de los ángeles sin necesidad de batir las plumas de sus alas.


28 de junio, Día Internacional a favor de los Derechos de las Persona Gais, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales.

domingo, 13 de junio de 2010

Documento sobre la realidad de la diversidad sexual en el mundo de la discapacidad

DIVERSIDAD SEXUAL EN LA DISCAPACIDAD: UNA REALIDAD INVISIBILIZADA

Maribel Ortega Álvarez,
(psicóloga, orientadora en sexualidad, facilitadora de grupos, orientadora humanista y psicoterapeuta gestalt).

Filiación: AVE de México A. C.

La sexualidad es una dimensión fundamental del ser humano basada en el sexo; incluye el género, el erotismo, el vínculo afectivo y la reproductividad...

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sábado, 10 de abril de 2010

Harley - LGBT College Students With Disabilities

buxaralibrosles.es (22-oct-07)

Lesbian, gay, bisexual, and transgender college students with disabilities: a look at multiple cultural minorities

Debra A Harley, Theresa M. Nowak, Linda J Gassaway, Todd A. Savage
Psychology in the Schools, 2002

“College students with disabilities who are lesbian, gay, bisexual, or transgender (LGBT) represent diverse cultural minorities with multiple service needs involving disabilities, identities, and adjustment strategies. These students are usually accommodated in the college environment because of their disability while simultaneously marginalized based on their sexual orientation.”

»
“This article discusses LGBT college students with disabilities as multiple cultural minorities with a focus on educational environments, institutional issues, and strategies for university personnel.”

—2002 Wiley Periodicals, Inc.

Debra A. Harley es profesora asociada en el Department of Special Education and Rehabilitation Counseling; Theresa M. Nowak es estudiante de doctorado en el Program for School Psychology; Linda J. Gassaway es estudiante de doctorado en el Department of Special Education and Rehabilitation Counseling; y Todd Savage es doctorando en el Program for School Psychology de la Universidad de Kentucky.
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viernes, 8 de enero de 2010

Reportaje: Homosexualidad y discapacidad

GARVA, D., "Discapacidad y homosexualidad: ¿Doble discriminación?" en revista Moxow, nº 28, diciembre, 2009, p. 24. Disponible: aquí Fuente: narrativagay.com

LA ACEPTACIÓN DE NUESTRA ORIENTACIÓN SEXUAL PUEDE CONVERTIRSE EN UNA ODISEA, PERO QUÉ OCURRE CUANDO LA PERSONA PADECE ALGÚN TIPO DE DISCAPACIDAD. LOS ESTUDIOS AFIRMAN QUE LAS PERSONAS LGTB CON DISCAPACIDAD SUFREN UNA DOBLE DISCRIMINACIÓN Y ESTO LES CONDUCE A LA INVISIBILIDAD QUE SUFREN EN LA SOCIEDAD Y DENTRO DEL PROPIO COLECTIVO LGTB.

Por DAVID GARVA
En la actualidad, es patente que el número de personas LGTB con discapacidad se ha hecho más visible, fruto de la aceptación de la persona y su desarrollo en el entramado social. Jesús González, es una de las voces más versadas en el tema, quien en el año 2005 se aventuró a elaborar un ensayo sobre las personas LGTB con discapacidad; el resultado fue: Reinventarse. La doble exclusión: vivir siendo homosexual y discapacitado, un libro disponible en la red y que arroja información sobre los diversos aspectos que comprenden la vida de una persona que como el es gay y discapacitado. Para situarnos en la realidad española, González argumenta: “Casi 4 millones de personas son discapacitadas en nuestro país, es decir, un 10% de la población española. En cuanto al colectivo LGTB, entre un 8% y un 12% son los datos que se estiman de personas que son gay, lesbiana o transexual en España.”

A tenor de estos datos, González se plantea: “¿Por qué la sociedad sana y heterosexual nos trata de manera diferente?” A lo que responde que sin lugar a dudas ese trato desigual proviene de la visión distorsionada que esos colectivos mayoritarios y supuestamente normales, tienen de nosotros. En este sentido, González afirma: “Ser gay, lesbiana o transexual en nuestro país, aún genera una serie de problemas de aceptación social. La discriminación en el mundo laboral, los problemas de “Bullying” en centros escolares, la consumación de los derechos plenos como ciudadanos de primer orden, se enfrentan en determinados territorios y mentalidades con una arcaica concepción de la homosexualidad que, aún todavía, algunos tildan de enfermedad, de aberración o de malformación genética. Se ha construido mucho, pero aún quedan escollos que derribar.”

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En el caso de los discapacitados LGTB no sólo tienen que franquear la barrera que les supone su orientación sexual sino la propia discapacidad, por este motivo, González añade: “La discapacidad, en su parcela de exclusión, ha sido considerada, en determinados círculos sociales, como una tara insalvable, como un error de la naturaleza. Al igual que los homosexuales, a los que se llegó a denominar de “tarados”, “subnormales”, “anormales” o “lisiados”, han sido perseguidos o diezmados por los nazis, o incluso encerrados en manicomios, en centros psiquiátricos, o en hospitales.”

Para luchar contra estas discriminaciones y motivar al cambio social, González propone como solución la aceptación, que consistiría en encontrar un lugar en la sociedad. La normalización de las personas con discapacidad tiene que estar ligada a todos los ámbitos del desarrollo de la persona en sociedad, por ello, González puntualiza: “el acceso a la cultura y al ocio resultan fundamentales, el fomento de estas actividades, en una sociedad avanzada como pretende ser la nuestra, cada vez cobran más importancia y, por ello, la plena normalización pasa necesariamente por su accesibilidad para hacerlas asequibles a todos los ciudadanos. La cultura, tanto desde la perspectiva de la creación artística, como desde la del disfrute de las obras realizadas por otros, debería resultar accesible a todas aquellas personas con discapacidad que pretendan desarrollar sus capacidades y sus aficiones. El turismo, el deporte de base, el ocio en su globalidad, han de ser alternativas al alcance de las personas con discapacidad.”

¿SON ASEXUADAS LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD?
La sexualidad de las personas con discapacidad es el tema más desconocido, de esta forma, Jesús González afirma: “A menudo se considera a las personas con discapacidad física o intelectual, personas como no sexuales. El sexo está muy asociado a la juventud y el atractivo físico, y cuando uno no lo es, se ve a menudo como “impropio”. Si se discute sobre sexo y discapacidad, normalmente se refiere a la capacidad, a las técnicas y la fertilidad, dejando atrás el concepto de los sentimientos sexuales y, por tanto, olvidándonos de la parte afectiva. Estos aspectos, pues, ignoran el afecto, las emociones, el tocar…” Además, González añade en su estudio las palabras cargadas de significado del Director Ejecutivo del CERMI (Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad): “No dispongo de información, ni de datos, como mucho de impresiones, y no sé si con esto escaso acervo sería legítimo pronunciarse. Podría hablar, pero a la ligera. Hay un hecho indiscutible, no obstante, y es que son personas apenas visibles, y sus manifestaciones y prácticas menos. Desde el mundo de la discapacidad, la cuestión de la llamada “homosexualidad”, ha sido ignorada olímpicamente. Supongo, pero no es más que una suposición, que no se ha querido ligar “la desgracia” de la discapacidad, con el “vicio” de la homosexualidad. Pero, insisto, no me puedo pronunciar por desconocimiento”.

En el desarrollo sexual de las personas con discapacidad cobra mucha relevancia su entorno, en este sentido, Marta del Pino asegura: “Las vidas de las personas con discapacidad intelectual se desarrollan en entornos donde las principales interrelaciones son con la familia y profesionales. Por ello, el abordaje del tema de la afectividad y sexualidad de las personas con discapacidad intelectual resulta un tanto delicado.” Asimismo, incide en las pautas para normalizar la afectividad en estas personas aconsejando a sus familias y a los profesionales: “En una sociedad donde el sexo está omnipresente a nuestro alrededor, es un error ignorar y creer que las personas con discapacidad intelectual no tienen esas necesidades o no son como los demás en este aspecto; por lo que tenemos que considerar la sexualidad como un elemento más dentro de nuestra atención a estas personas, e imprescindible para poder trabajar con los principios básicos de esta atención: integración y normalización.”

LA SITUACIÓN DE CHICAS LESBIANAS CON DISCAPACIDAD

En referencia a este tema, Beatriz Gimeno declara: “ Ser una lesbiana funcionalmente diversa me ha dado casi todo lo que soy, una vida intensa y muy distinta a las vidas normales, abierta a unas posibilidades que poca gente tiene, con experiencias enormemente enriquecedoras. Creo que, en determinadas condiciones, no hay nada mejor que poder ver el mundo desde donde muy poca gente puede verlo: desde los márgenes. No estoy siendo voluntarista y he dicho “en determinadas condiciones” pero lo cierto es que siento que donde yo estoy poca gente ha estado, la vista que yo tengo no la tiene todo el mundo, y creo que eso ha hecho mi vida mejor. Me gusta mi vida y mi cuerpo, que es fuente de satisfacción, de amor y de placer.” Asimismo, con respecto a la invisibilidad del colectivo lésbico con discapacidad, Gimeno puntualiza: Siempre estamos hablando de invisibilidad, pero pocas veces hablamos que no hay mayor invisibilidad que ser invisible para los demás en cuanto a la posibilidad de suscitar deseo.

Cristina Santacruz es el testimonio más reseñable de la situación de las lesbianas con discapacidad, Cristina asegura que nadie nos informa de los cambios que se van produciendo en nuestro cuerpo y de repente nos dicen “Tu no puedes salir con chicos porque te quedas embarazada” “Mejor te quedas con nosotros en casa que somos los que más te queremos”. A partir de ahí ya sabemos lo que es la sexualidad, la sexualidad es igual a embarazo.

Asimismo, Santacruz puntualiza: “Tanto miedo a nuestro alrededor, tanto decirnos que nosotras no podemos hacer lo que hacen las demás mujeres de nuestra edad, porque tenemos un certificado de minusvalía, nos hace sentir como bichos raros. Las pocas veces que estamos a solas con un chico y que surge afecto entre nosotros se nos enciende al momento la luz del embarazo.”

Finalmente, para expresar como es vista por la sociedad, Santacruz declara: “Hay mujeres de muchos tipos altas, bajas, guapas, feas, responsables, irresponsable, pero las mujeres con discapacidad somos todas iguales, vamos, que no somos mujeres somos discapacitadas.”

EL SEXO DE LOS ÁNGELES

El sexo de los ángeles es un documental dirigido por Jesús González y Frank Toro. Está dividido en diez secciones o capítulos, en el que a través de siete testimonios explican en primera personas sus experiencias como personas homosexuales con discapacidad, o bien, exponen sus opiniones como representantes de importantes instituciones.

Los personajes de este documental están atrapados en un laberinto de barreras físicas y mentales, son ignorados socialmente, y tratan de superar cualquiera de los retos que plantea la vida cotidiana que resulta mucho más difícil desde una silla de ruedas, desde el silencio de la sordera o desde cualquier otra dificultad física. Considerados durante mucho tiempo seres asexuados, la aceptación y desarrollo de la sexualidad, en especial de la homosexualidad, resulta mucho más compleja para las personas con discapacidades.


martes, 10 de noviembre de 2009

Gay and disabled in Canada? Back in the closet for you

By Aaron Broverman, this.org

If you combine my disability with Queerly Canadian writer Cate Simpson’s sexual orientation, you may at least approximate the person who should be writing ThisAbility this week. Nevertheless, as a straight male, I’ve still been hearing rumblings of this problem among LGBT friends (and friends of friends) with disabilities for years, even though I don’t have any first-hand experience with it myself. Gerald Hannon summed up the issue in The Body Politic way back in 1980:

“Somehow, way [in the] back of our first closet, we’ve built another one, and into it, we have shoved our gay deaf, our gay blind and our gay wheelchair cases.”

More than two decades later, the above is still very much the case. It puts LGBT people with disabilities in a painful and vitriolic catch-22: They are rejected by an often vain LGBT community because of their disability, and rejected again by a judgmental disability community because of their sexual orientation.

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John Killacky, a paraplegic, and Bob Guter, an amputee, know this position all too well. As the two co-editors of Queer Crips: Disabled Gay Men and Their Stories, they were no doubt inundated with painful stories of stigmatization. “Gay men with disabilities don’t fit the queer image of beauty. In places where gay men congregate for erotic connection — like bars — we quickly get the impression that we’re not welcome,” Guter told The Washington Blade in 2004.

When Killacky was out with his able-bodied partner at the time, he told The Blade it was as if he wasn’t even there. “People leaned over my wheelchair and asked Larry,’How is he feeling?’” Apparently, the girls don’t have it any easier. “They think, ‘I can’t be together with a disabled woman because I’ll have to take care of her,’” Susan McDaniel Stanley, a lesbian with spinal cerebellum degeneration, told The Blade. Corbett O’Toole, a wheelchair user who runs Disabledwomen.net, told them it comes down to this: “The lesbian image is of a woman who can work and support her lover. If you’re disabled, it’s hard to be seen as sexual no matter how ‘out’ you are. If I’m in a bookstore, lesbians think I just need help getting a book off the shelf. They wouldn’t ask me out for coffee.”

One man from Long Beach California was so desperate to vent, he posted the following on the Long Beach Equality message board:

“I decided to finally come out of my shell after two years, be active in the community and socialize. What I have found is the moment I’m asked what I do for a living and I tell them I’m disabled, the conversation stops as if I have the plague…This has been coming from people who are so mad that they are being treated as a second-class citizens for not being allowed to marry, yet they treat people in just the manner they are screaming about.”

The disabled community and those who support it are just as dismissive to their LGBT brothers and sisters. In her groundbreaking article in Abilities Magazine, “Nothing to Hide: Gay People with Disabilities Come Out of the Closet”, Anna Quon interviews a man who often rode the Handibus with drivers who refused to wheel him into gay bars to meet his partner in the 80s and early 90s. The homophobia among the disabled population continues. In rehab, Killacky noticed that all the sexual health information was for heterosexuals and when he went to a conference for artists with disabilities there were no openly gay disabled people there and the paraplegic comedienne made homophobic jokes. Some people have gone as far as suggesting that the queer individual is just “confused” and what they believe to be their sexual orientation is really just a byproduct of the disability itself. Gay disabled comedian Greg Walloch mocks this sentiment in hilarious fashion during his one man show F**k the Disabled!

However, the worst affront to the disabled LGBT community comes in the distinct lack of resources and support groups behind it, especially in North America. The UK has done a much better job supporting the disabled LGBT community through Disability Now, their national disability magazine, and the columns dealing with the issue within. They also have one thing no country in North America has — a national organization for the disabled LGBT community known as Regard. Of course, that shouldn’t surprise anyone who regularly reads this blog. I’ve frequently mentioned how much better mobilized and aggressive UK disability activism is. The BBC supports LGBT awareness in the community with the Ouch! website and podcast, while the CBC’s Disability Matters column ground to a halt in 2006 due to budget cuts.

Speaking of Canada, typing “Gay and Disabled in Canada” in Google yields Quon’s article as its most high-profile result. No Canadian organizations, no Canadian groups and no Canadian websites, and while Quon’s article broke down the door, it is now well out of date. Perhaps Canada’s last hope in dealing with LGBT issues specific to disability lies in Toronto’s famously progressive cooperative sex shop Come As You Are and its disability-friendly books, toys and workshops.

Those deaf and blind LGBT people Hannon mentions at the top of this entry did get their support groups in the form of BFLAG (the blind community’s answer to PFLAG) and RAD (The Rainbow Alliance for the Deaf). RAD is still around, but BFLAG is no longer in operation. To me though, it hardly matters because blindness and deafness often barely affect your looks, at least not in the jarring way a wheelchair can frequently diminish your prospects. Many hearing impaired and blind individuals admit they can “pass” for able-bodied in a dating environment. To me, if any disabilities deserve LGBT support, it’s those ones that are most noticeable. Yet, people with mobility disabilities have nothing recognizing their LGBT population. C’mon, even queer stutterers have their own LGBT organization before people with mobility disabilities. Guter and Killacky tried with their Bent Voices magazine, but even that ran out of steam. (The archives can be found here.)

Despite this lack of support or acknowledgement, gay people with disabilities still have to navigate these chilly social waters on their own, often forced to believe in their own potential as lovers when no one else will. When Guter fell in love with his college roommate, he found this out the hard way:

“He asked me, ‘Do you ever think you’ll find a man who will sleep with you?’” For Guter, that was the challenge that, he told The Blade, “mysteriously engendered hope.” He responded, “Yes, if I find the right man.”

viernes, 9 de octubre de 2009

Homosexualidad y discapacidad, una realidad invisible

Escrito por Andrea Vargas C. 01 de Julio de 2008 elportavoz.com

En términos generales, nuestra sociedad concibe la discapacidad como una obra del destino y no como una elección de la persona que vive con discapacidad. Por el contrario, la homosexualidad suele entenderse como algo “anormal” o “incorrecto” y se culpa a la persona homosexual por preferir esta condición sin importar lo que piensa o siente al respecto.

El panorama se complica más cuando hablamos de homosexuales, bisexuales, lesbianas o de personas trans que además tienen alguna discapacidad. Esto para algunos puede ser inconcebible. Primero, porque las personas con discapacidad usualmente se catalogan como seres asexuados, sin necesidad de tener una relación de pareja, o de ejercer libremente su sexualidad; mucho menos cuando esta sexualidad es compartida con personas de su mismo sexo.

Para muchos la combinación de “homosexualidad” y “discapacidad” implicaría una “gran tragedia” para una sola persona ya que ambos elementos se consideran desafortunados. En síntesis, la homosexualidad en la discapacidad ha permanecido invisible.

Pocos se han preguntado ¿Qué tienen que enfrentar las personas homosexuales con discapacidad? ¿Cómo manejan los sentimientos de culpa, frustración o miedo ante esta realidad?

Si desea recibir asesoría o busca información sobre los grupos de apoyo, comuníquese a la línea gratuita 800 CIPACCR (800-2472227) del Centro de Investigación y Prevención para América Central en Derechos Humanos (CIPAC).

TESTIMONIOS

Mi nombre es Rocío, tengo 27 años, soy de México, ciega de nacimiento y lesbiana desde que tengo uso de razón.

Me considero una persona igual a cualquiera, tengo dos características que podrían significarme una distinción, pero es algo que he tratado de que la gente deje a un lado. Mi familia me ha enseñado a valerme por mi misma y tal vez por ese apoyo es que el decirles que soy lesbiana a mis hermanas no fue tan difícil como yo lo esperaba, lo más complicado para mí ha sido el encontrar pareja, ya que me he auxiliado de la red que no siempre es lo mejor, pues me han tocado experiencias tales como: las que se desaparecen cuando saben que eres ciega, las que fingen no llegar a la cita y no te contestan el teléfono, o las maravillosas mujeres que han estado en mi vida haciéndome feliz y rompiendo sus propios miedos de cómo tratar a una persona ciega.

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Es muy contradictorio pues yo muchas veces me he preguntado por qué cuando salgo a algún café de ambiente, no corro con la misma suerte que las demás y recibo algún mensajito o la visita en mi mesa de otra chica interesada. Sin duda, hay mucho por hacer y entre eso más lugares de convivencia gay y una conciencia cívica sobre la gente homosexual pero sobre todo, sobre la gente ciega. Todas mis parejas las he conocido por Internet y me quedo con la recompensa de haber dejado algo en su vida, de haber dejado siempre lo mejor de mi, entregando el 100% y demostrándoles a ellas y a mí misma, que puedo estar con cualquier persona sin importar mi ceguera.

Soy Miguel y escribo desde Valencia (España), soy una persona con ceguera total y tengo 41 años.

Yo no me he sentido especialmente discriminado en la comunidad gay por ser ciego, aunque es verdad que la gente sobre todo al principio, se cohíbe un poco conmigo, me atrevería a decir que se cohíben más que la gente heterosexual. Es cierto que muchos gays sólo quieren relacionarse con chicos guapos y “perfectos”, pero afortunadamente no son todos. Lo que más me costó fue decirle a mi familia, sobre todo a mi madre, que soy gay. Lo mejor ha sido la aceptación de mis amigos y al final también de mi familia.
En cuanto a las leyes, creo que en España vamos por el buen camino, aunque falta que la gente vaya cambiando su percepción de la gente gay y que pierda el miedo a los diferentes.

Mujer, 39 años, deficiencia neurológica.
Las personas con discapacidad, somos catalogadas ingenuamente como seres de una dimensión desconocida, casi serafines, niños eternos, santos, vírgenes y mártires inmolados, totalmente asexuados o no deseados. La sexualidad es una característica intrínseca de todos los seres humanos. Para muchas personas con discapacidad, ésta es una verdad invisibilizada o negada. Es acaso, que tenemos también la capacidad “disminuida” para amar y ser amadas, de proporcionar y experimentar placer y satisfacción, en la más profunda entrega.

Me enfrenté con tres inconvenientes, ¿cuáles? Ser mujer, persona con discapacidad y con una preferencia erótica-afectiva diferente, ¡vaya combinación y osadía! Esta es mi forma de vida, es lo que siento, a la par de quien vibro y con quien quiero compartir mi existencia.Se irrespeta nuestra individualidad, rechazando lo que somos, nuestras historias de vida y valor como personas. Estamos expuestas a la homofobia generalizada, la fuerte presión del ocultamiento de nuestra condición, la tragedia familiar, la imposibilidad de participación en muchos espacios, incluso los religiosos, entre otros. No somos vistos como sujetos de bienandanza, sino más bien, chuecos en muchos aspectos.

Mi vivencia, nada entre dos aguas: en el ambiente soy discapacitada y para el colectivo con discapacidad, soy homosexual, ¡experiencia interesante! Una minoría dentro de otra minoría, es patético cuando nos convertimos en segregadoras de otros, igualmente menospreciados.

Disyuntiva: ¿Orgullo o desventura gay? Yo sigo luchando por la reivindicación, por el derecho a ser libre, independiente, amada, valorada y respetada. Mi determinación: ¡Quiero hacer camino al andar! Hay mucho que recorrer, así que celebremos este día, eso sí, recordando siempre dedicarnos a disfrutar del arte de innovar paradigmas.

Soy una persona con discapacidad, gay y además HIV+ .
Actualmente trato de luchar contra tres tipos diferentes de discriminación, por mi discapacidad, por mis preferencias sexuales y por mi enfermedad. Vivir con una discapacidad visual y una orientación sexual distinta a la de la mayoría, ambas a la vez, en ocasiones se convierte en algo muy duro de llevar. Uno se ve obligado prácticamente a convertirse en actor, para ser quien no soy, para mentir cuando me preguntan por mis novias y para vivir una vida de apariencias que no es la mía. He trabajado en varias organizaciones de personas con discapacidad y por eso hay que cuidarse. Muchísima gente me conoce y yo siento que el nivel de homofobia aquí en Costa Rica es muy fuerte, incluso entre un buen número de compañeros y compañeras con discapacidad.

Dicen que ser gay y tener una discapacidad supone una doble discriminación y yo lo atestiguo. Soy un joven profesional y pienso que en el ámbito laboral esto es muy cierto. Quienes tenemos una discapacidad nos vemos obligados a presentarnos como personas igual o quizás el doble de competitivas y eficaces en comparación con quienes no tienen discapacidad. De lo contrario los empleadores nos harían a un lado. Y súmele a eso si se dieran cuenta que tenemos una orientación sexual diferente a la mayoría.

Tanto las personas con discapacidad como las personas homosexuales, son dos poblaciones que luchan por la defensa de sus derechos humanos. Por tanto se supone que ambas repudian la discriminación hacia los demás. Sin embargo, si a mí me preguntaran: ¿quién discrimina más, las personas con discapacidad o la comunidad homosexual? Tengo que decir que ambas se discriminan mutuamente. Según mi percepción las personas con discapacidad suelen discriminar con más fuerza a las personas homosexuales. Es menos frecuente que los gays y lesbianas discriminen a una persona con discapacidad, aunque en ocasiones a veces lo hacen.

Creo que lo más difícil ha sido la relación con mi familia. Producto de mi discapacidad visual, mis padres siempre me han sobreprotegido, pero desde que se dieron cuenta de mi orientación sexual esto ha sido peor. Aunque ya tengo 30 años, mis padres están excesivamente pendientes de dónde me encuentro y con quién estoy. Con frecuencia pasan hablando de moral como para que uno entienda la indirecta, pero lo que ellos no entienden es que yo no escogí ser gay y que la orientación sexual no es un asunto solamente de moral. La sexualidad es inherente a la persona y es algo que yo no puedo cambiar.

La orientación sexual es algo que todos y todas ya traemos definido, casi desde el momento en que nacemos. Desgraciadamente, el común de las personas no entiende eso y se lanza de buenas a primeras con sus juicios moralistas, diciendo que eso es malo y nos hacen a un lado.

En síntesis, ya que no puedo cambiar ni mi discapacidad, ni mi orientación sexual, por más que quisiera cambiarlas, lo único que puedo hacer es pedir tolerancia, aceptación y respeto. Sólo queremos que nos acepten tal como somos. Las personas homosexuales no somos bichos raros. No somos enfermos sexuales, ni tampoco somos piedras que no sienten. Somos seres humanos con emociones, sentimientos, con ganas de vivir, con anhelos, con necesidad de amar y sentirnos amados.

En mi opinión, el cambio que se necesita es cultural. De nada sirve aprobar leyes en el congreso si la sociedad va a seguir discriminándonos. Ojalá sigamos el ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo, en quien creo profundamente. Cuando él vino a la tierra nunca juzgó a nadie. A todos y todas les llamó hermanos y siempre les tendió su mano llena de amor, perdón, comprensión y consuelo. ¿Es tan difícil seguir su ejemplo?

lunes, 10 de agosto de 2009

Irina Layevska: El testimonio de una persona transexual con discapacidad

Carta a mi padre es el libro en el que la activista mexicana desvela algunas de sus más significativas experiencias de vida. Negligencias médicas, la ausencia de su progenitor y el odio a un cuerpo equivocado, protagonizan esta historia.

Luis Miguel Bernal anodis.com
Con toda mi admiración para Irina.

“¿Qué soy? Mujer. ¿Quién soy? Irina. ¿Quién fui? Irina.

Estaba escondida, reprimida, aterrada, pero ahí estaba.

Lo único que necesité fue un proceso para nacer, y aquí estoy”.


Esta semana tuve la oportunidad de leer, por segunda vez, un libro más que recomendable, un libro que me conmueve y disfruto profundamente, un canto a la vida: Carta a mi padre. Testimonio de una persona transexual con discapacidad.

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Creo que desde el título se comienza develar el porqué de mi interés y, más aún, cuando página a página se va mostrando una mujer increíblemente sensible y fuerte que me hizo sentir una admiración tan profunda hacia ella: Irina Layevska, activista inalcanzable por la igualdad de derechos entre todos y todas que además, estuvo postulada a la presidencia del CONAPRED y sin lugar a dudas, era la más capaz.

La historia de hoy es la de Irina, que con toda la valentía del mundo nos cuenta a través de unas líneas que dirige a la dureza de su padre: preso político, comunista aguerrido y violento sin sentido; todo lo que ha callado, lo que le molesta, todo lo que muchas personas cargan, personas que juzgan sin entender, que no negocian, que imponen, niegan y lastiman.

Esta carta, sin censura, relata días terribles de infancia que van de la enfermedad, la negligencia médica, las visitas a la cárcel, la crueldad de los y las niñas, las operaciones, la soledad y el silencio, hasta la ausencia de su padre y el odio a ese cuerpo equivocado, esa identidad errada que debía cambiar.

Una juventud cargada de recuerdos, de sueños y de prohibiciones, un matrimonio bello pero con el deseo de cambiar, de transitar a lo que realmente es: una mujer. Una fémina sin etiquetas, libre, en Transición; una mujer que cuestiona y que dice a quema ropa “esta soy yo y qué tiene de malo”, que cuestiona los prejuicios de su padre y de todo aquel que lee sus sentimientos más profundos. Una mujer que no se victimiza.

Después de leer este libro me queda claro que los límites no existen, pero que uno se encarga de agrandarlos o luchar contra ellos. Pude ver, de manera muy clara, que cada vida, que cada día, es una oportunidad de cambio, de aportar algo, de sobreponerse a las inevitables desavenencias que la vida pone. Corroboro que lo que mi terapeuta me dijo alguna vez: “la vida no te manda con lo que no vaya a poder”. Es una verdad irrefutable.

Amo su vitalidad, su enseñanza, su ejemplo, y fue inevitable no llorar ante algunas situaciones indignantes de la vida, de la gente, misma que demuestra que es capaz de las mejores maravillas y milagros, así como de las peores mierdas y bajezas. No hay duda de ello.

Irina no es una víctima, es una guerrera, es un ejemplo de constancia, de inteligencia, de integridad y de profundidad. ¿Qué pasaría si dejáramos de ser víctimas y fuéramos más proposititos o propositivas? ¿Qué pasaría si cada día hiciéramos algo por nosotros(as) y por los/las demás? ¿Qué pasaría si nos apegáramos a ser lo que realmente queremos ser, lo que realmente somos?

La transexualidad existe, es real, normal. Este libro es una invitación a cuestionar los estúpidos, prejuicios producto de la ignorancia.

Por algo Irina escribe: “Se suele temer a lo que no se entiende y por tanto se hace a un lado, pretendiendo que no existe para intentar —inútilmente— vivir sin sobresalto”. La transexualidad es, justamente, ese transito a ser lo que realmente se es, lo que la naturaleza se equivoca, lo que se quiere vivir y se tiene derecho de ser y hacer. Es acercarse esa vivencia con nombre y apellido, con honestidad y fuerza, con realidad y crudeza.

En palabras de Irina: “La verdad no es indecible (…): nací hombre y soy mujer. Mi cuerpo no me corresponde y lo que nombro ‘yo’ no está vinculado con él”.

Carta a mi padre. Testimonio de una persona transexual con discapacidad, es un libro que, de manera gratuita, puedes conseguir en el CONAPRED (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación), aunque por ahora dicen que no existen ejemplares. Esto también es un llamado a que publiquen más ejemplares, pues se trata de un testimonio vital para el proceso contra la discriminación por identidad de género y orientación sexual, que es justamente lo que esa dependencia debe trabajar.

lunes, 20 de julio de 2009

"Hartas de secretos y mentiras"

La pareja ha superado prejuicios y amenazas

Una gitana lesbiana y su novia, que padece una discapacidad física, se casaron ayer en el granadino Carmen de los Mártires en una ceremonia que supuso un reto a los prejuicios

CARLOS MORÁN. GRANADA
www.ideal.es

«Nos han dicho de todo:‘tortilleras’, ‘coja’... Nos han amenazado. Familiares nuestros se avergüenzan de nosotras. Hemos pasado mucho, pero aquí estamos, a punto de casarnos. ¡Con un par... de ovarios!». Hay vidas que son como un combate de boxeo. Rosario y Sara –son nombres ficticios; también pidieron que sus rostros no fueran fotografiados– lo saben bien. El día que se conocieron –va ya para siete años– se vieron forzadas a subir al cuadrilatero de los prejuicios y los tabúes. Rosario era gitana y Sara, con discapacidad: un defecto en una pierna hace que su caminar sea bamboleante. Rosario –que ahora tiene 23 años– y Sara –25– estaban enamoradas: la una de la otra. Se iban a hartar de recibir golpes bajos.

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«Fue un flechazo. Al principio, lo que más me gustó de ella fueron sus labios, su boca. Luego, todo lo demás», recuerda Rosario, a la que un amigo de correrías flamencas rebautizó como ‘Pequeña flor’. Aquel hombre acertó con un alias que parece sacado de una película de indios y vaqueros. Rosario es menuda, tenue, risueña y de piel morena, casi mulata. Impresiona que una personita tan delicada haya osado desafiar las leyes no escritas que maldicen el amor entre dos mujeres.
«Cuando canta, cambia totalmente. Es un terremoto. A mí lo que me atrajo de ella fue su voz. Bueno, también sus ojos», dice Sara, que no se cansa de ponderar los valores artísticos de su pareja.

Cuando se encontraron, Rosario tenía 16 años y Sara, 18. Ambas tenían claro que eran lesbianas, pero también que su romance no iba a ser entendido, sino combatido. Residían en una zona de Granada donde nada es fácil, un arrabal en el que malviven centenares de vecinos gitanos, payos e inmigrantes. Un gueto:paro, delincuencia, marginación, absentismo escolar... No era un entorno amable. Ymenos aún para dos chicas que lo único que querían era quererse en paz. Lo suyo no estaba bien visto por casi nadie. Pero para muchos calés, era peor que una blasfemia.

«Yo ya había tenido relaciones con otras gitanas. Pero ellas luego se han casado con hombres y han tenido hijos. Cuesta mucho dar el paso y más todavía entre los gitanos. Mi padre tiene 83 años y no lo entiende. Vive con nosotras, pero dice que es una vergüenza. Ni siquiera ha venido a la boda. No me importa», explica Rosario resignada, pero sin poder evitar una mueca de decepción. Sara también se ha acostumbrado a los desaires de su ‘suegro’. «Cada dos por tres, me dice que me da un millón de pesetas si dejo a su hija, pero yo ni caso. Los homosexuales se aceptan más fácilmente, se ve como una cosa de artistas. Pero a nosotras nos consideran enfermas, monstruos...».

Emoción cruda
Sara y ‘Pequeña Flor’ bajaron ayer del ring para subirse al altar. Se acabaron las relaciones furtivas en lo oscuro de las alamedas –«la gente alucinaría si supiera lo que hemos tenido que hacer para estar juntas o hacer el amor»–, los zarandeos y los días sin vino ni rosas.

En la ceremonia, celebrada en el palacio municipal del Carmen de los Mártires –curioso nombre para un lugar dedicado a acoger bodas civiles–, hubo un momento de emoción cruda. Fue cuando una amiga de la pareja entonó ‘SOS’, de la cantaora Mayte Martín –que la ha popularizado en un escalofriante dueto con ‘Falete’–. «Y no hagas caso de lo que diga la gente, tienen envidia, porque yo amo libremente, porque mi amor es como un pájaro silvestre, no se puede enjaular... Y vuela siempre buscando la fantasía, de nido en nido, como paloma ‘perdía’, estoy harta de secretos y mentiras...»

Sólo la parte final del discurso del ‘oficiante’, el concejal del PP José María Guadalupe, logró competir con aquel instante mágico y rabioso. «Sara, te bautizó hoy como roble con figura de ciprés, como el que plantó Juan de la Cruz en este carmen granadino. Y eres roble, porque eres fuerte y tenaz, y eres ciprés porque te has elevado con energía buscando el sol (...) Encontraréis dificultades y alguna que otra incomprensión. En cualquier caso, con vuestro ejemplo y responsable actitud os ganaréis el respeto y el cariño de todos». Ya Sara le asaltó una llorera inconsolable. Más de un invitado tragó saliva para frenar los sollozos que subían garganta arriba. Pocas veces se habrá visto una boda más verdadera y menos cursi.

Una lluvia de pétalos, peladillas –como manda la tradición gitana– y arroz saludó a las recién casadas, que piensan seguir pisando fuerte. Su próximo reto: ser madres. «Queremos tener un hijo. Yo pondré el óvulo y ella, el vientre. Y ‘palante’», anuncia Sara.

Con un par.

carlosmoran@ideal.es

jueves, 11 de junio de 2009

Las personas LGTB con discapacidad son víctimas de discriminación en la sociedad irlandesa

Fecha de publicación: 04/29/2005

Se estima que alrededor de 30.000 irlandeses que son lesbianas, gays o bisexuales están en desventaja en muchos aspectos respecto a su orientación sexual, de acuerdo con la disertación publicada hoy (29 de abril de 2005) por la Autoridad Nacional de la Discapacidad:

“Discriminación y exclusión son por desgracias experiencias comunes para los discapacitados LGTB en el contexto de la comunidad de personas con discapacidad, el escenario LGTB ( el ambiente) y los proveedores de servicios de la sociedad en general”.

La disertación se basa en escritos nacionales e internacionales así como en un estudio original con personas LGTB que viven en Irlanda. Ofrece una visión de la realidad de sus vidas, identifica las claves y objetivos ofrece recomendaciones para buscar estándares y diálogo que pueda informar del desarrollo de estas políticas.

Algunos temas recurrentes que aparecieron durante la preparación de estos escritos incluyen la discriminación por parte de las personas LGTB a las comunidades LGTB con discapacidad, el acceso a ciertas cosas, información, educación, conciencia y actitud. Y dice:

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“ Esta discriminación y exclusión tiene consecuencias muy reales, tanto para el individuo per se como para su estabilidad mental, el acceso a ciertos servicios y calidad de vida y para la sociedad irlandesa en general, y para la participación abierta y en igualdad de condiciones de todos sus miembros”.

La disertación también expone que hay un gran déficit en lo que se refiere al estudio de la discapacidad y orientación sexual tanto a nivel nacional (irlandés) como internacional.

“Se necesita hacer un estudio de las vivencias, experiencias y necesidades de los discapacitados LGTB que viven en toda Irlanda , incluyendo las zonas rurales. En particular el estudio de las personas LGTB con discapacidad que viven en zonas urbanas es prioritario para introducir políticas y prácticas reguladas”

La Asociación Nacional de la Discapacidad (de Irlanda) dice que la Ley de la Discapacidad (irlandesa) introduce la necesidad de una evaluación y añade que:

“…esto debe conducirnos a una sexualidad que incluye necesidades sexuales y sociales, por ejemplo identificando servicios y actividades sociales a los que las personas LGTB con discapacidad necesitan acceder”.

El servicio y unas prácticas regladas deberían incluir una condición de igualdad para asegurar que viven con una gran calidad, adecuada a las previsiones de los LGTB con discapacidad.

Angela Kerins, Secretaria de la NDA (La Asociación Nacional de la Discapacidad), dijo a propósito de la disertación:

“.. una sociedad inclusiva para la sociedad irlandesa que padece discapacidad requiere que los sujetos tengan acceso en igualdad de oportunidades en todos los aspectos: económico, social y cultural, y que la diversidad dentro de la discapacidad sea reconocida, valorada y apoyada.
Yo espero que esta discusión sirva para informar que no solo la NDA trabaja para enmendar nuestra deuda histórica en lo que se refiere a políticas, estudios y principios sino que también se impulsa el diálogo de la discapacidad y la orientación sexual entre el gran número de individuos y asociaciones en las comunidades LGTB con discapacidad de toda la nación, incluyendo a los agentes sociales , ministerios y secretarías de estado.

La NDA espera y desea acoger esta importante tarea junto con la comunidad LGTB con discapacidad y juntos trabajar hombro con hombro”

Fuente: nda.ie

viernes, 22 de mayo de 2009

Homosexualidad y discapacidad

Por Javier Montilla / Sevilla
Publicado: Jueves 7 de junio de 2007. Número 56

Ser homosexual y discapacitado, doble barrera difícil de superar incluso en colectivos LGTB.

Las personas con discapacidad, por lo general, han sido aisladas y segregadas en campos tan diversos como la educación, la formación, el empleo, la vivienda, el acceso a los establecimientos abiertos al público, el transporte y el ocio, por poner unos cuantos ejemplos.

Si al hecho de tener una discapacidad añadimos el ser homosexual las barreras se hacen todavía mucho más grandes. Más que desde un punto de vista legal, donde los colectivos de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTB) han visto reconocidos muchos de sus derechos civiles, con la aprobación de la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo y la ley de identidad de género, estas barreras parecen más sólidas en lo afectivo. En muchos casos, las personas discapacitadas y homosexuales son discriminadas dentro de los propios colectivos LGTB. Resulta curioso que un colectivo que sistemáticamente ha sido discriminado a su vez discrimine.

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Toni Martín, activista que trabaja en Sevilla dando charlas en institutos sobre este tema, afirma: “La poca información que se tiene sobre la discapacidad hace que se dificulte la posible relación con personas de tu mismo sexo. Hemos tenido una educación que ha cimentado una serie de prejuicios que hace que se vea a las personas discapacitadas y homosexuales de una forma diferente”. Quizás la clave puede estar en el narcisismo que existe entre homosexuales que consagran al culto al cuerpo gran parte de sus esfuerzos. Esta realidad hace que en colectivos de homosexuales las personas con discapacidad sean discriminadas.

Las personas con discapacidad, en el plano sexual, invierten la mayor parte de su tiempo en el esfuerzo continuado de reclamar lo que han perdido: el hecho de volver a ser atractivos. Para ellos, ser discapacitados implica ser excluidos. Toni afirma al respecto, “desconocer implica que no des la oportunidad, y la silla de ruedas asusta a los chicos”. Pero lejos de ser un fenómeno exclusivo del colectivo LGTB, homosexualidad y discapacidad son conceptos que parte de la sociedad no puede entender o no cree que existan juntos. E incluso se generan tópicos del estilo de que los discapacitados son asexuales. El deseo de Toni es que el ‘doble armario’ que ha tenido que abandonar “sirva para entender que el sexo no está en los genitales, sino en la cabeza”, y añade: “Lo que merece la pena es vivir, aun con las limitaciones que todos tenemos”.


Fuente
: diagonalperiodico.net

domingo, 15 de febrero de 2009

Discapacidad en personas LGTB charla en la sede de la Universidad

Escrito por Juan Antonio en fecha 19/03/2006

En la Sede de la Universidad de Alicante, el próximo sábado 25 de marzo, tendremos el placer de contar con la persona responsable del área de minorías sexuales de la Federación de Sordos de la Comunidad Valenciana, que con su colaboración podremos hablar y profundizar en esta realidad.

Charla "Rasgos diferenciadores de las personas sordas LGTB". Sábado 25 de marzo. Sede de la Universidad de Alicante. De 19.00 a 21.00 horas.

Con la colaboración de FESORD.

El colectivo de personas Sordas LGBT presenta unas características propias que las distingue y las identifica entre ellas. Un aspecto a destacar es la falta de visibilidad que existe en el colectivo de personas Sordas LGBT en la Comunidad Valenciana. El hecho de ser personas Sordas conlleva una dificultad añadida al conflicto que crea en la persona el no poder vivir su sexualidad con total libertad, el no poder ser visible. La presencia de las barreras de comunicación, que atañen a todas las personas Sordas en general, supone una falta de igualdad de oportunidades de este colectivo con respecto a otras personas LGBT en cuanto al acceso a la información principalmente.

Pensamos que las acciones dirigidas al fomento de la participación de las personas sordas LGBT es fundamental para romper barreras comunicativas y mentales, para ello el trabajo conjunto de entidades de personas Sordas, entidades asociativas LGBT y, por supuesto, el apoyo de los poderes públicos es considerado prioritario para promocionar la visibibilidad y hacer de esta forma efectiva la liberalización y la normalización de las personas sordas LGBT en la sociedad.

Fuente: www.decidet.org

jueves, 22 de enero de 2009

El amor homosexual en personas con discapacidad

Un artículo de Redaktion HANDICAP: Gesundheit & Rehabilitation.

En el complejo universo de la sexualidad de las personas con discapacidad -que muchas veces la sociedad no reconoce ni acepta- donde los preconceptos y tabúes atentan contra su libre y pleno desarrollo, se abre otro plano de debate: la homosexualidad.

En muchos países con una diferente cultura de lo sexual y una mirada más profunda y abarcativa, distintas organizaciones trabajan por los derechos de este sector de la población que siendo minoría dentro de una minoría, debe enfrentarse con muchos desafíos en el camino de su plenitud, inclusive en sus propios círculos de referencia. En la sociedad alemana actual la homosexualidad no parece ser más un tabú. Personalidades reconocidas, referentes sociales y políticos en posiciones importantes, como por ejemplo Klaus Wowereith, actual alcalde de Berlín, se declaran ante el público a favor de su ser gay. Por otra parte, el matrimonio como supuesto último bastión de valores tradicionales se ve confrontado con el crecimiento de "convivencias registradas" (figura legal similar a la unión civil en la Argentina). Por consiguiente, la gente relaciona comúnmente homosexualidad con lifestyle, modernidad y juventud. El interés público tiene el enfoque puesto a menudo en personas extravagantes de la escena gay. Mujeres lesbianas o gays mayores de edad ya no son observados desde un punto de vista estrecho. A pesar de ello, un gran porcentaje de la sociedad todavía tiene problemas de reconocer una propia sexualidad en los discapacitados. Para muchos es casi inimaginable que estos además puedan ser gays o bisexuales.Las dificultades con que se ven confrontados hombres y mujeres homosexuales discapacitados tienen muchas facetas. En parte, esas dificultades no se distinguen de las que afrontan los homosexuales sin discapacidad, sino que desarrollan nuevos obstáculos a causa de la discapacidad.

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Los homosexuales con discapacidad también tienen frecuentemente problemas para identificarse con su grupo de pertenencia. Nadan entre dos aguas: en el movimiento de gays y lesbianas pasan por discapacitados, en el movimiento de discapacitados pasan por homosexuales.

La revelación al público de su condición homosexual es para cada persona un momento muy difícil, sea discapacitada o no. Podemos distinguir entre la revelación interna, que concierne a la admisión personal, y la revelación externa, es decir la manifestación ante los demás.

Este proceso, donde es difícil ahondar en la propia sexualidad, fuerza y valor, lo es aún más en la adolescencia. Los adolescentes con discapacidad además deberán enfrentarse con ello durante la pubertad. Con frecuencia, su medio social subestima o ignora ese aspecto de su persona. Por eso, los adolescentes discapacitados a menudo no son conscientes de su propia sexualidad o no la admiten. Thomas Rattay, referente de la red de adolescentes LAMBDA, conoce bien esa problemática: "Por regla general, la revelación externa de adolescentes sin discapacidad tiene lugar entre los 15 y 17 años. Los jóvenes discapacitados a menudo se revelan al público mucho más tarde, por lo general entre los 20 y 25 años. Por lo tanto, su desarrollo se demora en relación a este punto porque tienen que superar dos desafíos". La Red Federal para jóvenes gays y bisexuales ve como su obligación integrar en sus proyectos a jóvenes con discapacidad.

No existe una estadística precisa que dé a conocer el porcentaje de población gay en Alemania. Valoraciones aproximativas parten de la base de un porcentaje de entre 4 y 10 por ciento de la población, habiendo grandes diferencias en los datos recogidos entre la ciudad y el campo.

La vida de la escena homosexual se concentra en las grandes ciudades. En bares, discotecas u otros locales como clubes o centros de spa, hombres y mujeres tienen la oportunidad de encontrarse con personas con su misma manera de pensar y sobre todo de hacer nuevos contactos.

No obstante, con mucha frecuencia esos lugares no son "sin barreras", esto es, aptos para el libre desplazamiento de las personas con discapacidad. " Así, por ejemplo, las personas en silla de ruedas tienen aún menos oportunidades de integrarse en nuestro ámbito", afirma Rattay, quien conoce el problema por su propia experiencia, pues la oficina de LAMBDA está en un segundo piso, sin ascensor.

Una minoría dentro de otra minoría

Un ejemplo de inclusión lo encontramos en Marc, un joven alemán de 28 años, que no tiene mayores dificultades a causa de su discapacidad para desenvolverse en los distintos ámbitos sociales gays. En su infancia perdió un brazo en un accidente. De su preferencia por el sexo masculino se dio cuenta a los 18 años. Antes, Marc iba con frecuencia a bares de concurrencia gay. Es deportista y tiene un cuerpo bien entrenado, por lo tanto su discapacidad raras veces ha sido un obstáculo para él en la búsqueda de una pareja. Pero las cosas en general no son tan sencillas como en su caso. Pues sobre todo la subcultura gay se define sobre una sexualidad proyectada con mucha fuerza y rindiendo un culto a la belleza llevado al extremo: los ideales de belleza, planteados por regla general por hombres heterosexuales hacia las mujeres, fueron adoptados por la población gay e incluso exagerados. "Quienes no se corresponden con esos ideales de belleza, pueden tener dificultades para ser aceptados en la comunidad. Naturalmente, eso afecta en especial a un hombre con una discapacidad visual" comenta Ludwig Raidl, del servicio de asesoramiento en Berlín.

Una vez a la semana, Raidl coordina un grupo de hombres discapacitados homosexuales y a través de las consultas que recibe, conoce los problemas más frecuentes entre los que encontramos depresión, adicciones o el intento de esconder la discapacidad. Por miedo al rechazo, algunas personas gays se aíslan dentro de su propio ámbito y niegan su homosexualidad. "Lamentablemente, así es que una minoría es excluida por una minoría", continúa Ludwig Raidl.

Otro ejemplo citado por Raidl refiere a Matthias, quien renegó de su homosexualidad durante años. Desde los 12 años, este joven administrativo que tiene una deficiencia óptica y una espasticidad leve, se siente atraído por hombres. Después de sufrir depresión a lo largo de muchos años y un intento de suicidio, no pudo resistir más a la presión y admitió su homosexualidad recientemente. Hoy tiene 34 años y ve más positivo el futuro: "Ahora estoy encontrando mi lugar en el grupo de gays. Por suerte, hasta el momento sólo viví reacciones positivas de parte de mi medio".

Si se busca servicios de consulta o grupos de ayuda mutua para gays y lesbianas discapacitados, es difícil encontrar lo anhelado. Los homosexuales sordos ya se organizaron y formaron una red, pero para los homosexuales físicamente discapacitados se encuentran sólo pequeñas iniciativas regionales.

Situación de las lesbianas discapacitadas

Por regla general, para las lesbianas es un poco más sencillo. Hay redes especiales de discapacitadas y se intenta integrarlas por medio de consultorías y organizaciones para chicas y mujeres lesbianas. El movimiento de las lesbianas está relacionado estrechamente con el movimiento feminista. Por esa razón, la subcultura lésbica es mucho más política que la de los colegas masculinos. Desde el principio, las mujeres tenían que analizar de manera crítica el tema de la igualdad, que repercute también en las lesbianas discapacitadas. No obstante su compromiso político, la escena de las lesbianas generalmente es menos llamativa que la de los gays. Frecuentemente, las convivencias lésbicas son registradas "sólo" como amistades por la sociedad y por ese hecho no son reconocidas como convivencia del mismo valor. Un punto a destacar es que, lamentablemente, suele suceder que las lesbianas sin discapacidad no acepten la elección sexual de sus compañeras con discapacidad, pretendiendo creer y haciéndoles notar que su condición lésbica es una falsa opción ante la imposibilidad de relacionarse con hombres. Este prejuicio se suma al prejuicio general de la sociedad desinformada.

Mucho camino por recorrer

Se puede decir que aunque la actitud de la población alemana frente a la homosexualidad sea bastante progresista, todavía hay muchos prejuicios que afectan a todos los homosexuales pero en especial a los gays y lesbianas discapacitados. Por un lado, se ven confrontados con mucha distancia por su homosexualidad y por otro lado por su discapacidad. Las primeras iniciativas y organizaciones para homosexuales discapacitados así como el campeonato europeo de deporte son los primeros pasos hacia una más sólida y mutua integración.

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