Fuente: ESPNdeportes.com
BUENOS AIRES -- Si hay una figura deportiva controvertida, es sin dudas la del mayor saltador Olímpico de todos los tiempos: Greg Louganis. Un artista de los trampolines y también abajo de ellos, con discapacidad desde muy pequeño, abandonado, adoptado, perseguido...
Gregory Efitimios Louganis nació el 29 de enero de 1960 en San Diego (Estados Unidos), producto de un amor adolescente de una madre sueca y un padre de Samoa, quienes lo entregaron a un orfanato.
Fue adoptado a los ocho meses por un matrimonio estadounidense de origen italiano, que lo llevó a vivir con ellos a un pueblo llamado El Cajón, en el estado de California. Parece ser que su infancia estuvo marcada por los abusos de su padre, propietario de una flota de barcos dedicados a la pesca de atún, y por el racismo que provocaba el color de su piel, demasiado oscura para algunos. Y por la dislexia, que no descubrió hasta que llegó a la universidad, que lo llevaba a tartamudear al hablar y que le provocó muchísimos problemas para avanzar en sus estudios.
Todo esto sumado a su orientación sexual -no muy fácil de asumir por la época-, fueron aislándolo socialmente y encerrándolo en las adicciones. Greg comenzó a consumir alcohol y drogas a muy temprana edad, empezó a fumar con 9 años y a consumir alcohol y marihuana a los 11.
Sin embargo había un lugar en el que no encontraba límites. Empezó a efectuar saltos como un juego infantil en la piscina familiar, viendo a su hermana y siguió, al ver que valía para ello, con un entrenamiento planificado en el Parks and Recreation Center de Las Mesas, donde entró en 1969.
seguir leyendo... A la vez que aprendía la técnica de los saltos, desarrollaba su otra gran pasión: el baile. Con dos años comenzó a estudiar danza e incluso la dureza de este ejercicio le sirvió para curar el asma. Su pasión era tal que actuó con un ballet en el Indiana Repertory Theatre y se graduó en Arte y Danza por la Universidad de California, en Irving. De allí que empezaría a combinar en su saltos sus habilidades como acróbata y bailarín.
En 1971 en una competición en Colorado Spring lo "descubre" Sammy Lee, antiguo campeón olímpico, que queda muy gratamente sorprendido por su forma de saltar e incluso declarará que es el mayor talento que había conocido. A partir de entonces, Greg comenzará a entrenarse con él y lo hará hasta la parte final de su carrera.
El despegue definitivo de Louganis se daría a sus dieciséis años, cuando participó en los Juegos Olímpicos de Montreal (1976) con la selección estadounidense, ganó la medalla de oro en torre y se clasificó sexto en trampolín. Eso le permitía atrapar la presea de plata, detrás del triple campeón italiano Klaus Dibiasi.
Louganis ganó medalla de oro en los VIII Juegos Panamericanos celebrados en Puerto Rico, en 1979. Aquí le ganó a su legendario rival, el mexicano Carlos Girón.
Y debido al boicot de su país a los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, tuvo que esperar hasta Los Ángeles, en 1984, para volver a colgarse una presea olímpica. En estos Juegos superó los tres oros en trampolín del italiano, al adjudicarse el oro en trampolín y palanca, convirtiéndose en el segundo saltador masculino de la historia en ganar dos medallas de oro en los mismos Juegos.
Sin embargo la nota saliente en la ciudad californiana fue que utilizó el mismo salto que acabó con la vida del soviético Shalibashvili ante sus propios ojos: tres giros y medio hacia atrás. Asi se convirtió en el único saltador en conseguir un diez en cada uno de los siete jueces de la competición.
En los Mundiales también se destacó, dos oros en 1982 (con Dibiasi ya retirado) y otras dos preseas en 1986 (en pleno dominio suyo de la especialidad), lo que sería la antesala de su esplendor, en Seúl '88. Tanto iba creciendo su popularidad que en 1987 posó desnudo para la revista Playgirl.
Además, Greg ya asumía con mayor naturalidad su elección sexual. Poco antes de Seúl '88 se fue a vivir con su pareja. Pero las cosas no fueron tan bien. Poco tiempo después de iniciada la convivencia, empezaron los malos tratos hacia Greg, que sufrió agresiones físicas y cometió un pecado económico: firmó un poder notarial para que su novio le manejara las finanzas.
EL SALTO MÁS RECORDADO
Iba a ser en los Juegos de Seúl de 1988 donde Gregory dejaría su marca más profunda en la historia olímpica. Allí tuvo que batirse duramente con el saltador chino Liangde, quien venía ganándole a Louganis en pruebas anteriores.
Sin embargo no iba a ser un camino sencillo . En estos Juegos, en los que Louganis se llevó su tercer oro, un terrible error le hizo golpearse la cabeza en uno de los saltos de palanca (un accidente que poco antes había costado la vida a un saltador soviético), tras lo cual cayó desmayado al agua. El 19 septiembre de 1988 quedaría grabado para siempre en la memoria olímpica.
Después del susto inicial, salió de la piscina y media hora más tarde volvió a saltar, con un vendaje en la cabeza y tres puntos de sutura (poco después diría que la peor herida la había sufrido en su orgullo).
Tan sólo 24 horas más tarde, Louganis realizó dos de los saltos más difíciles del programa: un mortal y medio interior con tres tirabuzones y medio, y un triple mortal y medio con la máxima dificultad. Estos saltos recibieron la mejor puntuación de los árbitros, gracias a lo cual el atleta volvió a revalidar su título en trampolín, consiguiendo también el título en la modalidad de plataforma.
Así se convirtió en el único saltador olímpico en ganar el oro en dos pruebas y en dos Juegos Olímpicos consecutivos, igualando la marca de su compatriota Pat McCormick (1952 y 1956).
Tras los Juegos el Comité Nacional Olímpico de Estados Unidos le concedió el Trofeo al Espíritu Olímpico, que premia al atleta norteamericano que más se destaca en la defensa de los ideales de esta competición. Y en 1993 fue incorporado al International Swimming Hall of Fame, el Salón de la Fama Internacional de los deportes acuáticos.
En 1994 tomó parte en los Juegos Gay de Nueva York y confesó públicamente su condición homosexual. Recién en 1995, cuando fue publicada su autobiografía, Louganis reveló haber sufrido abusos de una pareja y ser portador del virus del SIDA. Muchos regresaron en el tiempo a aquella piscina con sangre vertida tras su golpe en el trampolín.
Con los Juegos de Seúl '88 terminó la carrera del mejor saltador de todos los tiempos, que fue capaz de conseguir treinta y ocho títulos oficiales consecutivos en campeonatos de invierno y verano y que tenía un físico envidiable -únicamente poseía el 7 % de grasa para sus 1,73 m. y 70 kilos-. Una carrera construída contra las enfermedades, las adicciones, la discriminación, los abusos...
Tras su retiro se dedicó durante un tiempo al teatro y al cine, llegándose a graduar en arte teatral en el California Irvine Institute y participando en dos películas: "Jeffrey" y "The only Thing Worse..." en las que representaba papeles de jóvenes gays. Actualmente vive cerca de la playa de Malibú, en la costa Este de Estados Unidos.
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